La Unión Europea se ha marcado un ambicioso pero necesario objetivo a largo plazo en cuanto a Cambio Climático; reducir en un 80% las emisiones de gases de efecto invernadero respecto a los niveles de 1990. Para alcanzar esta meta final, la UE ha propuesto una serie de paradas en el camino, para asegurarse que en 2050 habrá alcanzado su meta:
Europa 2020. También conocida como los objetivos 20-20-20:
A estas alturas, apenas a 6 años de 2020, todos los países miembros de la Unión Europea deberían tener ya redactadas sus estrategias propias para alcanzar estos objetivos. Algunos países ya los han alcanzado, sobretodo en cuanto al punto de Energías Renovables.
En cambio, otros como España ni siquiera han establecido como van a intentar alcanzarlos (y fomentar el fracking y penalizar las energías renovables, evidentemente no ayuda). Por otro lado, las emisiones de gases de efecto invernadero en España se han reducido desde 2008, aunque desafortunadamente parece que se debe a la crisis económica y no a un aumento de conciencia ambiental.
El problema de estos objetivos es que son generales, es decir, España no tiene por qué alcanzar ella sola ese 45% de energías renovables mientras que la media de la Unión Europea lo alcance y gracias a países como Noruega, parece que si será posible alcanzarlo. Si bien es cierto, en la hoja de ruta de la UE se planea que España juegue un papel importante en cuanto a la energía solar, proporcionando energía al resto de Europa durante los meses más soleados (ya es hora de que empecemos a sacarle partido al sol, y no sólo en cuanto a la playa y el turismo.)
Para 2040 las emisiones deberían pasar del 40% de reducción frente a 1990 a un 60%. Pero la UE todavía no ha marcado cuál será la estrategia o acciones concretas para llegar a estas cifras.
Alcanzar estos objetivos no sólo es importante para la lucha contra el Cambio Climático, también lo es en cuanto a la situación económica de Europa. Si se continua creciendo al ritmo habitual, la dependencia energética de la Unión Europea del gas y el petróleo será del 80 y 90% respectivamente, lo que pone a Europa en una situación vulnerable, dependiendo de recursos energéticos externos y que además se están agotando. Por tanto, apostar por un aumento de la eficiencia energética y energías renovables no es sólo una estrategia ambiental, sino también económica y hará que Europa sea más fuerte frente a futuras crisis.
Se estima que para 2050 toda la UE podría llegar a ahorrar 88 billones de euros en servicios de sanidad, gracias a que al haber menos contaminación, los casos de asma y enfermedades respiratorias se reducirán drásticamente.
Para alcanzar estos objetivos la UE está promoviendo una serie de iniciativas como ayudas económicas a los biocombustibles, fomentar los mercados de carbono o bonificar el traspaso de tecnologías verdes a otros países en vías de desarrollo.
Medio ambiente, salud, economía...son muchas las buenas razones por las cuales alcanzar estos objetivos en 2050 y ahora que has llegado hasta aquí, ya conoces cuál es el objetivo de la UE en cuanto a la lucha contra el cambio climático, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a un 20% respecto a las emisiones que había en 1990, pero ¿cuál es tu papel en todo esto?
Tu papel es mucho más importante del que seguramente estés imaginando, porque cada pequeña acción de tu día a día es importate para que Europa como conjunto pueda alcanzar estos objetivos. Desde las decisiones a la hora de hacer la compra hasta el proveedor de la luz o cuando compras un coche. Todo ello, influye a la hora de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, pues si bien los gobiernos deberían tomar medidas que impulsen a las empresas a realizar estos cambios, la historia ha demostrado que son los consumidores los que más empujan a las empresas hacia el camino "verde".
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